La Pascua

Queridos hermanos y hermanas en Cristo

Hace algunas semanas, durante el Rito de Elección en la Catedral de Santa María, tuve el privilegio de recibir a personas de toda nuestra diócesis que se iniciarán plenamente en la Iglesia en la Vigilia Pascual, durante estos 40 días de Cuaresma, han estado haciendo sus últimos preparativos para lo que será una celebración gozosa de su nueva vida en Cristo.
Todos esperamos con interés la celebración de la resurrección de Jesús, que revela el amor incondicional de Dios por todos y cada uno de nosotros. No tenemos nada
temer porque Cristo, que venció al pecado y a la muerte, está con nosotros en cada paso de nuestras vidas, ofreciendo siempre su amor y apoyo, incluso en medio de los desafíos y dificultades que experimentamos a lo largo del camino.

La Semana Santa

Mientras nos preparamos para entrar en la Semana Santa y participar en las liturgias del triduo pascual, se nos recuerda que no llegamos a la alegría de la Pascua hasta que hemos caminado con Cristo en su sufrimiento el Viernes Santo. El dolor y la alienación que Jesús experimentó están todavía presentes en nuestro mundo. Hay muchas heridas que afligen a nuestras familias y comunidades: relaciones rotas, violencia, adicciones, pobreza y tensiones raciales. Alrededor del mundo,
el hambre, las enfermedades y la guerra siguen cobrando un precio trágico.
Esto es especialmente cierto en algunas partes de Oriente Medio, donde la Iglesia se remonta a los tiempos de los apóstoles. Muchos cristianos están siendo asesinados y perseguidos debido a su fe en Cristo, y necesitan nuestras oraciones y apoyo continuos.

Discípulos de Cristo

Aunque estas situaciones son tristes y descorazonadoras, no debemos olvidar que la esperanza está en el corazón de nuestra fe cristiana. Por un tiempo, incluso los discípulos de Cristo creyeron que toda esperanza se había perdido cuando fue arrestado y crucificado. Pero luego experimentaron la resurrección.
El Viernes Santo no es el final de la historia. La Pascua trae la promesa de una vida nueva y nos recuerda que Cristo - y Cristo trabajando a través de nosotros - tiene el poder de redimir y transformar nuestras vidas y nuestro mundo.

La esperanza de Cristo

La esperanza de Cristo nos llega de muchas maneras: en las gracias que nos dan los sacramentos, en el compromiso y el entusiasmo de quienes se convertirán en miembros de pleno derecho de la Iglesia en la Vigilia Pascual, y en las personas que trabajan para construir el Reino de Dios viviendo la misión de la diócesis de ser el "corazón de la misericordia, la voz de la esperanza y las manos de la justicia" de Cristo.
Que la esperanza de la resurrección de Jesús, y su generoso amor y misericordia, os traigan paz y alegría en este tiempo pascual. Y que podamos ser inspirados a compartir estas buenas noticias con otros que necesitan saber que el Viernes Santo no es el final de la historia.

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